top of page
  • Foto del escritorTito Hinds

¿IR EN PRO DE TUS SUEÑOS?

Actualizado: 21 nov 2023

Todos hemos tenido sueños. Esos que cuando ves tu vida futura de una manera distinta a la que tienes ahora, logrando el amor de tu vida, escalando una montaña, viajando a otros países o convirtiéndote en millonario (¡qué sé yo!), a pesar de que brillan como el oro, traen momentos de mucha introspección, soledad, dolor y ansiedad. Casi nadie te prepara para ello, de hecho, en muchas ocasiones (no todas, ¡por cierto!) incluso tus amigos o familiares intentan desanimarte, mas no por herirte, sino que al darse cuenta de los enormes retos y riesgos que vas a vivir, hacen todo lo posible por protegerte (a su manera y, desde un punto de vista, ¡es una forma de cuidarte, mi chavo, así que aguas!).


Por ello, ese primer paso de lanzarte a ir en busca de tus sueños, debe ser decisivo. Necesitas estar plenamente convencido de lo que realmente anhela tu corazón, porque durante las tormentas que vas a atravesar para lograrlo (sin duda alguna y hasta te lo puedo subrayar:”te esperan muchas tormentas que intentaran hacerte naufragar Digo, pa’ que engañarte), la única luz que te guiará, será el visualizar tus deseos como si ya fueran una realidad tangible (se dice tan fácil y se escucha muy bonito, pero no lo es. Ah, y no lo digo para descorazonarte, sino para que te prepares y resistas los trancazos).


Sí, ya sé que suena bastante romántico (😖¡y hasta un poco melodramático!), en especial cuando tu sueño no es, ir en una expedición al ártico, surcar los océanos o viajar a la luna… pero créeme cuando te digo que TODO ANHELO, va a destrozar a tu antiguo yo, lo hará pedazos (¡puf, y cómo duele!), para que surja un nuevo: tú. Uno que estará preparado para saborear los frutos de tus logros (el fruto prohibido, para quienes no se animan a lanzarse por lo que en verdad quieren vivir).


Mi sueño dio inicio hace muchos años (¡uy, ya llovió!), cuando escribía a solas en mi habitación, viviendo con gran emoción cada una de las historias que plasmaba (¡en la compu, je, je, je, no en papel!, digo, ya se habían inventado las computadoras, ¿va?) y la primera vez que se me presentó la oportunidad de publicar una de ellas, el miedo me derrotó. Miedo al qué dirán, miedo al rechazo, miedo a no ser lo suficientemente bueno, en pocas palabras, miedo al miedo… y, ¿qué pasó? (¡sí, ya no nos la hagas más de emoción!😱), pues, dejé que me vencieran los miedos (¡evidentemente, mi cuate!) y sepulté por años, en lo profundo de mi ser, ese sueño. Dejé que la rutina y el “play safe” (¡újule, hasta gringo me saliste!) me llevaran en un piloto automático, que si bien me permitía llevar una “vida normal” (¿cómo puedes hablar de vivir, cuando eras un zombi haciendo todo lo que se espera de ti?), sofocaba a esa parte espiritual, que mora dentro de cada uno de nosotros.


Empero, no todo terminó allí (¡vaya, vaya, gracias al cielo, porque ya casi que dejaba de leerte, ji, ji, ji!). En más de una ocasión volví a escuchar los “gritos desesperados de los anhelos de mi corazón”, no obstante, prefería mirar a otro lado, seguir haciendo “lo que se debe hacer” (a ver,🤔 barajéamela más despacio, ¿según quién, mi amigo?) e ignorarlos. Sin embargo, gracias a que mi ser interior nunca se dio por vencido, hoy estoy escribiendo y compartiendo contigo estas líneas. Sé que este 11 de diciembre será lanzado mi primer libro: “Arlo, el pequeño mintab”. ¿Que si tengo temor? (¿Temor? Yo diría más bien, ¡PÁNICO!, je, je, je. ¡No te esponjes, te estoy cabuleando!) ¡SÍ!, mas, estoy seguro de que me sentiría mucho peor de no haberlo, siquiera, intentado (¡y sé que lo dices con pleno conocimiento de causa, ja, ja, ja!). Aunque está bien reconocer y aceptar que sentimos miedo, pues es lo que nos hace ser humanos, no te quedes estancado en él (en eso tiene razón, a la larga, duele muchísimo más que el fracaso, y al menos del fracaso se aprende).


En este sendero, que justo ahora estoy recorriendo, se han fusionado dos de los mayores deseos de mi vida (ayayay, si dices que con uno está cañón, pues con dos… ¡Mucha suerte, mi estimado!👍): publicar mi primer libro (¡bueno, bueno, honestidad ante todo, eh! En realidad sería publicar el primero de siete, je, je, je. Ah, y no solo publicarlos, ¡sino que se te vendan, diantre!) y que se convierta en todo un bestseller (¡epa, epa, te lo dije o no te lo dije! Solo recuerda que eso no solo depende de ti, amigo, ¿okey? ¡Es un trabajo en equipo, no lo olvides!). El segundo deseo (¡qué bueno que lo mencionas, pues, ya estaba pensando que me dabas gato por liebre!) es que junto con mi esposo, nos convirtamos en papás. Y, ¿qué crees?, las dos cosas están sucediendo al mismo tiempo, pues ya concluimos la entrega de documentos para el proceso de adopción, y estamos en espera de esa llamada que nos cambiará la vida (aclarando el punto, esa llamada en la que les dirán que son idóneos para adoptar, ¿o me equivoco?).


Pese a todo lo que he vivido hasta ahora, (¡híjoles, algo desalentador y hasta doloroso! Como esos pensamientos que llegan sin invitación, queriendo desanimarte para hacerte tirar la toalla), pues a pesar de que no estoy escalando una gran montaña (¡lo cual es también una meta loable!), puedo asegurarte que el dolor, la ansiedad, esos momentos de “limbo” (o sea, cuando no pasa nada por días y días. Algo que te haga sentir que vas en la dirección correcta, ¡pues!🙄) y “los golpes de la vida” (a ver, a ver, no son golpes reales, sino más bien, como cuando todo parece ir en tu contra, o incluso las personas de las que “depende” el logro de tus anhelos, te muestran un panorama desolador. ¡Uff, neta que duelen y hasta moretones dejan!), son todos reales. Seguir tus sueños, debería traer una advertencia que diga: “Este camino te va a despedazar y no tendrás ninguna garantía de lograrlos” (hum, ya alguien lo dijo antes: “hay que morir para vivir”, ¡que no lo hayas entendido es otra cosa, eh!).


No obstante, aquí sigo, caminando con ímpetu y alegría (¡no te queda de otra, compa! El que quiera azul celeste, pues… ya tú sabes el resto). Celebrando cada paso que me acerca, más y más, a ver realizados mis sueños, sobreponiéndome a los golpes, las caídas, y con la única brújula que me brinda la fe (sí, esa tenue, pero poderosa lucecita que por estar en tu interior, nadie más puede verla). Y al final, pase lo que pase (esperemos que lo que pase, sea que logres cada uno de los anhelos de tu corazón, amigo querido), siempre me sentiré orgulloso de decir: “AL MENOS LO INTENTÉ” y no: “me quedé a salvo, sentado, viendo la vida transcurrir frente a mis ojos”. La decisión es ABSOLUTAMENTE personal, y no hay ninguna garantía, pero al final, es tu vida la que tienes entre tus manos. ¡Date la oportunidad y atrévete a vivirla al máximo!


35 visualizaciones

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page